martes, 9 de abril de 2019

PHILIPPE CLAUDEL: La nieta del señor Linh



La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel 

En esta obra situada en un tiempo y espacio indeterminados se produce un choque de culturas constante a través del cual conocemos la situación del protagonista, el señor Linh, un inmigrante que huye de una guerra y llega a un nuevo país donde no conoce a nadie ni la lengua que en él se habla. En esta situación se encuentran innumerables personas en la actualidad, por lo que no nos cuesta percibir esta historia como algo realista.

Prima la narración sobre la descripción, que cuando se hace presente, está colmada de poéticos adjetivos que incluso pueden llegar a recordar a los haikus orientales. Cuenta con pocos protagonistas y a la mayoría de los personajes no se les da un nombre propio.

Resulta muy conmovedora e impulsa a sentir empatía hacia el extranjero protagonista. Poniéndonos en su lugar, nos damos cuenta de cómo podemos llegar a ignorar a estas personas, los inmigrantes, o incluso mofarnos de ellos y de su situación desde la nuestra, claramente acomodada y favorecida por las circunstancias de haber nacido en otro lugar. Todo esto lo sufre el señor Linh en el país que lo acoge.

Tal vez sientas remordimientos o puede que incluso alguna lágrima llegue a recorrer tu mejilla ante las emotivas escenas, pero lo que es prácticamente seguro es que empatizarás con el protagonista de este canto a la aceptación, a la libertad y a la igualdad. Con esta obra te darás cuenta de que detrás de cada rostro hay una historia y nadie merece ser despreciado, sino la comprensión y empatía.

(Recensión do alumno de 1º Bacharelato, Aarón Martínez)

LEMAITRE, P.: Los colores del incendio

LEMAITRE, P.: Los colores del incendio

En una reciente entrevista concedida al periódico ABC, Pierre Lemaitre se autodefine como el último de los escritores del siglo XIX.
Lo que en principio pareciese ser un pretencioso título para un escritor del siglo XXI, adquiere plena certeza con la lectura de su última novela, Los colores del incendio, continuación de la celebrada Nos vemos allá arriba, donde se narraban las aventuras y desventuras, sobre todo estas últimas, de dos amigos a los que la Primera Gran Guerra une en desgracia: Albert Maillard y Édouard Péricourt. Novela por la que le fue concedido el Premio Goncourt, que no es cuestión baladí al tratarse de la mayor condecoración para un escritor en el país con más raigambre literaria del mundo: Francia.

Así pues, considerarse miembro del mismo club de Emile Zola, Gustave Flaubert, Guy de Maupassant, Pierre Loti, Paul Bourget, Edmond de Goncourt, no supone ningún gesto de arrogancia de Lemaitre, y su nuevo libro refrenda esta camaradería aunque resulte extemporánea.
En efecto, el ritmo narrativo y el nervio estilístico de Lemaitre, en esta nueva novela, es el de un avezado folletinista del siglo XIX. No nos confundamos, no utilizo este adjetivo en el sentido peyorativo que a veces suele concedérsele; el término folletín suele ser atribuible a obras dirigidas a porteras o amas de casa que se publicaban por entregas en los periódicos, lo que sin duda les confería poca calidad en la presentación, no en el contenido. Pero esta adscripción a un público a priori poco exigente, resulta ser absolutamente injusto. Por folletín me refiero a la narración con giros dramáticos tan hábiles que hacen que el lector lamente la cercanía del final por lo que está disfrutando y se apresure a comprar el próximo número del periódico que la contiene. Esto solo lo conseguían los maestros, no en vano los reyes del folletín fueron Honoré de Balzac en Francia y Charles Dickens en Inglaterra. 
Los colores del incendio es la historia de una venganza. Considerada globalmente, la trama no es original. Me recuerda El conde de Montecristo, intercambiando a Edmundo Dantés por Madeleine Péricourt y, eso sí, en un menor número de páginas. En síntesis, el argumento se inicia con la caída en desgracia de Madeleine, una rica heredera, a la que una tragedia familiar y la posterior traición, urdida por sus allegados, la sume en el abismo de la miseria, hasta que llega la oportunidad de llevar a cabo su venganza, lo que constituye el núcleo de la historia.
Pero al margen de esta similitud argumental folletinesca, que espero no disuada al potencial lector, no se engañen. La novela es una delicia. 
Ambientada en el París de entreguerras, el autor hace gala de un conocimiento de época que demuestra el prolijo trabajo de documentación que hay detrás. La prosa ágil y fresca jamás se detiene en hechos irrelevantes que resulten fatigosos o innecesarios, y la fuerza de los personajes conforman una historia verosímil y absolutamente empática, página tras página, dejando un regusto en el lector a las novelas realistas de los grandes narradores decimonónicos franceses citados al principio de esta reseña. De ahí la comparativa.
Toda la novela es la demostración palpable de la versatilidad de este escritor, cuyo eclecticismo temático continúa fascinándonos, tanto con relatos de esta naturaleza, como con la serie de las cruentas novelas policíacas del comisario Camille Verhoeven, o las vicisitudes de una pobre víctima de la reciente crisis económica en su anterior novela Recursos inhumanos.
Los amantes de la literatura estamos de enhorabuena con la aparición de esta nueva novela. Y si la publicasen en folletín, no me daría llegada la hora de la apertura del kiosco para conseguir el ejemplar del periódico que imprimiese el siguiente capítulo.

(Recesión do profesor de Matemáticas e Secretario do noso centro José Manuel Ramos)